dissabte, 7 de juny del 2014



 Los límites de la interpretación

Umberto Eco ens conta la sorpresa d’un natiu americà davant un missatge transportat en “paper. El soport on s’expressa un acte lingüístic  ha portat a reflexionar i comparar el medi oral, el medi escrit i el medi electrònic:


En su Introducción a Los límites de la interpretación,  Eco cita la historia contada por el explorador y reportero John Wilkins en su viaje a Norteamérica en 1641:

“Hasta qué punto debió parecer extraña el Arte de la Escritura ya en su primera invención, lo podemos comprender por los americanos descubiertos recientemente, que se sorprenden al ver que los hombres conversan con los libros y se esfuerzan por creer que el papel pueda hablar (...)

Hay un bello relato sobre esto, que se refiere a un esclavo indio, que fue enviado por su amo con una cesta de higos y una carta. Durante el camino se comió una gran parte de la carga, y solo entregó la parte restante al destinatario, quien, después de leer la carta y no encontrar la cantidad de higos que debía haber recibido, acusó al esclavo de habérselos comido, poniendo como prueba lo que la carta decía. Pero el indio (a pesar de esta prueba) negaba ingenuamente el hecho, maldiciendo el papel como un testigo falso y mentiroso.

Al poco tiempo de esto, fue enviado con un cargamento igual y una carta en la que se indicaba el número exacto de higos que debían serle entregados al destinatario. El esclavo, de nuevo, como había hecho la otra vez, se comió una buena parte de los higos durante el camino. Pero en esta ocasión, antes de tocarlos, con el propósito de evitar todas las posibles acusaciones, cogió la carta y la escondió bajo una enorme piedra, pensando que de esa manera, si no le veía comerselos, no podría denunciarle. Pero como fue reprendido con más firmeza que la vez anterior, confesó su falta y admiró la divinidad del papel, prometiendo cumplir en el futuro todas sus encomendaciones con fidelidad”.

John Wilkins. 1641. Mercury or The Secret and Swift Messenger (3ª edición, Nicholson, 1707, pp. 3-4, Londres).

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